Conversaciones

Conversaciones con motivo de la exposición 'Poemas' celebrada en Hong Kong

Publicadas en el Catalogo ' Entre Nubes de Polvo' para la Galería Fernado Silio

P: En ocasiones ha manifestado la existencia de conexiones entre tu trabajo pictórico y la poesía ¿cómo se establecen esas conexiones?

R: La verdad es que yo trato la poesía de una forma muy anárquica. Lo que me interesa de los poemas en su capacidad para dar respuesta a mis emociones. Así que me apropio de parte de ellos, los mezclo, incluso, con todo respeto, los transformo. Y cuando los siento míos es cuando se produce el fenómeno de “hablar con imágenes”, que es parte de la intención de mi pintura… transmitir… comunicar… sugerir…

P: Si, como dicen Valente y otros poetas, el origen de la palabra poética es el silencio, aquello que no se puede decir ¿habría que interpretar tu pintura más como un proceso o un camino que como un punto de destino?

R: Claro… si admitimos que… “la pintura nace al límite del fracaso de las palabras” (e. Trías). Ya estudio Wirgesstein las dificultades del lenguaje para la comunicación, su errónea interpretación, a veces, por un exceso de precisión. Cuando el tema a comunicar no es científico sino humanístico hay que conseguir un “silencio” sonoro, es decir, un campo en el que lo insinuado sea más importante que lo afirmado. El espectador tendría que recibir suficientes estímulos como para poner en marcha, y descubrir al mismo tiempo, su propio discurso. Yo pretendo con mi pintura dar “el empujón inicial”, abrir puertas a caminos propios. Es el proceso lo que me interesa. El destino final no está en mis manos, sino en las del espectador.

P: ¿Sería posible conectar el carácter procesual de tu pintura con la visión de la vida como camino?

R: Bueno, la vida como camino… No sé, más bien la vida como consecuencia de una acumulación de situaciones.
Yo pinto por capas. Creo una imagen a la que superpongo otra y otra que a su vez es borrada o difuminada por la capa final. Siempre he tenido la sensación de que la vida es así. Una sucesión de acontecimientos imprevisibles que, por capas nos van formando. Por eso el tema de la memoria y el recuerdo esta tan presente en mi obra.

De hecho hay toda una serie, “Entre nubes de polvo” que surgió con la imagen destruida de las torres gemelas. Al final, sólo la inmensa nube de polvo era real. La memoria había sido destruida y había que reconstruirla con imaginación. Este proceso es un camino en cierta forma, pero desde luego no un camino lineal, si caso un camino “huella de otra huella” (S. Herraiz).

P: ¿Qué simbolizan las puertas y las cerraduras en ese camino?
R: El lenguaje que yo manejo es simbólico. La puerta es no sólo la puerta del destino. Es también ese punto indefinido, ese “no-lugar” desde donde iniciar los viajes al interior de uno mismo.
Las puertas cierran, abren y también marcan límites.
Es un símbolo muy utilizado en la literatura y de hecho yo acompaño mi obra con frecuencia con frases en que se hace referencia a ellas.
Otro tema que me interesa mucho es la mirada. La mirada propia y la del otro. Lo que miramos y lo que nos mira. Mis cerraduras, realmente, no cierran, no tienen llave. Pero incitan, como discípula de Baudelaire, al “voyeurismo”

P: Si la puerta es una apertura a lo que se encuentra más allá, a lo desconocido, y, como has dicho en alguna ocasión, el poder del lenguaje pictórico reside en su capacidad de poner en marcha los mecanismos de la imaginación ¿se trata de llevar al espectador al borde del abismo?
R: Hay muchas realidades. Hay realidades cotidianas, que vivimos día a día y realidades únicas, nuestras, que sentimos y vivimos en momentos muy especiales. John Berger dice que buscamos en el arte el secreto sobre nosotros mismos, y Baudelaire define al artista como “la voz del mundo dándose a entender”. Así que yo busco, efectivamente, que el espectador de mi obra, en algún momento, se enfrente con su realidad más profunda.

P: ¿Podría decirse que los hierros que añades a tus cuadros operan como retención, como atadura al más acá, como sujeción que evita la caída definitiva en el abismo insondable?

R: Sí. El hierro es la materia, la realidad que sujeta plásticamente el color y las veladuras del cuadro y también metafóricamente sujetan nuestros sueños.

P: ¿Qué papel juegan en tu obra los objetos procedentes de otras culturas? ¿Mantiene alguna relación con el límite que simboliza la puerta?

R: Los objetos procedentes de otras culturas y que yo me apropio no son causales. Todos tienen un simbolismo espiritual en origen, pero a mí me interesa especialmente sacarlos de contexto. He descubierto que no pierden su carga “mágica” por no conocer con exactitud su significado. Precisamente su no-realidad, su ocultismo, es lo que permite recrearlos en un nuevo discurso.

P: ¿Y la palabra escrita? ¿Por qué hace aparición para acompañar a la imagen plástica?

R: Para resaltar el juego del Doble Yo y toda la carga de emociones contradictorias que llevamos dentro. La palabra escrita remite a nuestra cultura, a lo que conocemos, pero al estar casi borrada, imposible de leer más que en partes, nos obliga a completarla con memoria e imaginación y nos hace sentir libres para crear nuestra propia realidad. Son, de nuevo, gritos silenciosos.